Introducción


El impacto de nuestro estilo de vida produce un constante deterioro en el entorno en el cual vivimos desde múltiples puntos de vista: el aire que respiramos está cada vez más contaminado por sustancias tóxicas, sobre todo en las grandes ciudades, muchas de las cuales superan los límites considerados seguros para la salud humana, el agua que sale de nuestros grifos no es de buena calidad, limitándose la mayoría de las veces a alcanzar el mínimo exigido por una normativa legal que cada vez es más laxa. Los alimentos que comemos tampoco están a salvo de esta situación, conteniendo en su mayoría gran cantidad de productos químicos nocivos, sobre todo abonos y pesticidas en los de origen vegetal y hormonas y antibióticos en los de origen animal.

Tanto los gobiernos como los ciudadanos conocemos esta situación aunque, por diferentes razones que van desde la dejadez hasta la codicia, no actuamos de la manera más adecuada para evitarla.

Además de los citados, hay otro tipo de contaminación al cual se presta aún menos atención que a los anteriores, si cabe: la contaminación acústica, es decir, la presencia en el ambiente de un exceso de ruido, algo que trastorna su realidad y deteriora las condiciones de vida de sus habitantes, ya sean personas o animales.

Lamentablemente, sus consecuencias negativas están muy infravaloradas, a pesar de que son graves y numerosas, sobre todo en países como España, que desgraciadamente está en la cima de la lista de los países más ruidosos del mundo, en el segundo puesto detrás de Japón.

Con esta actividad conoceremos estas consecuencias negativas, con particular atención a las que afectan a la salud humana, y realizaremos algunas propuestas para intentar remediarlas, paliarlas o, aún mejor, prevenirlas.