Calle José Iturbi, s/n
Tengo que confesar que hasta hace unos meses no sabía quién era José Iturbi, a pesar de que ya había estado varias veces en una calle marbellí que está dedicada a él. En realidad tampoco sabía que la calle tenía ese nombre: para llegar al CEP Marbella-Coín, allí ubicado, me bastaba con las indicaciones del camino a seguir, sin necesidad de conocer la dirección.
Fue cuando empecé a trabajar en ese mismo CEP, hace poco más de cinco meses, y añadí la dirección postal a mi firma automática en el correo electrónico, cuando me surgió la curiosidad de saber quién era este señor de apellido vasco al que estaba dedicada nuestra calle. Fue una gran y agradable sorpresa descubrir que había sido un músico. Por otro lado, también me sentí un poco incómodo por no conocerlo, ya que tuvo una carrera espectacular, llegando a ser uno de los pianistas y directores más famosos de su época. Como disculpa parcial por mi ignorancia, sólo puedo alegar que hasta unos años después de su muerte ―ocurrida hace exactamente 32 años, a la edad de 85― yo todavía vivía en Italia, donde su popularidad no era la misma que en España, ya que nació en Valencia, o que en Estados Unidos, donde su éxito tomó proporciones de auténtico triunfo.
En el amplio repertorio de Iturbi destacaba lo que le permitía demostrar su gran virtuosismo: los principales conciertos para piano y orquesta clásicos y románticos, que solía dirigir él mismo a la vez que tocaba la parte del solista (más adelante veremos un ejemplo) y, naturalmente, Liszt (1 y 2) y Chopin.
Obviamente, otro caballo de batalla de Iturbi era la música española, por ejemplo Falla y Albéniz:
La popularidad del músico valenciano llegó a su máxima cota en los años cuarenta, cuando participó como actor en siete películas musicales en las que se interpretaba a sí mismo. Por su contribución a la industria del entretenimiento audiovisual, tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
En un fragmento de una de estas películas, Music for Millions, traducida al español como Al compás del corazón, es donde podemos verle en el doble rol de solista-director.
La experiencia cinematográfica de Iturbi terminó en esa década en la que había empezado, pero su incansable actividad concertística prosiguió hasta pocos meses antes de ese fatídico 28 de junio de 1980.
Hoy, además de esa efeméride, es una de mis últimas visitas diarias a la calle Iturbi, pues la plaza que conseguí en el CEP en la convocatoria del otoño pasado sólo era para este año y la siguiente, que a estas alturas debería ya estar resuelta, todavía no ha salido (lo cual, en este período de recortes salvajes en todos los servicios públicos, no es buen presagio). Eso sí, seguramente volveré de vez en cuando a mi CEP para aprovechar su oferta formativa y colaborar en lo que pueda.
A pesar de su brevedad, me voy contento por haber tenido la oportunidad de realizar esta experiencia tan enriquecedora, personal y profesionalmente, aunque ya presiento una gran nostalgia de mis compañeros y compañeras, que tan bien me han acogido y acompañado en este período. Para combatirla, cierro mis ojos y con mi imaginación me levanto de mi silla y recorro todo el CEP, despacho por despacho, mesa por mesa, hasta la puerta de salida para agradecerles a todos ellos y ellas, además del cariño que me han demostrado constantemente en estos últimos meses y que sean las personas tan estupendas que son:
- a José Carlos y José Antonio, mis compañeros de «cueva» (que es como llamamos cariñosamente a nuestro despacho, por ser el lugar más recóndito del CEP), por su constante disponibilidad para solucionar instantáneamente todas mis dudas de novato, y siempre con una gran sonrisa;
- a Yolanda, porque su dedicación me permitió disfrutar plenamente de una licencia durante la cual pude despreocuparme del todo de un curso importante del que era el asesor responsable y en cuyo estreno no pude estar presente;
- a Elías, por su buen humor y la alegría que transmite cuando arranca a cantar (da igual ópera que flamenco), haciendo más llevaderos los momentos más estresantes;
- a Ángel, por ser tan buen compañero y compartir sus conocimientos, tanto los propios de la asesoría como los gastronómicos y enológicos;
- a Nono, Javier y Benjamín, por haberme apadrinado en mi primera tarea importante en el CEP, la participación en la organización del II Encuentro Provincial de Blogs Educativos. ¡Qué lujo trabajar con un equipo así!
- de nuevo a Benjamín y Javier, por tantas cosas más que, de escribirlas aquí, el servidor se quedaría sin espacio en disco;
- a Carmen, por confortarme con tanto cariño y calor humano en un momento muy delicado, justo después de mi primer paso hacia la asesoría;
- a Rosa, por haberme acompañado en mi primera visita a un centro educativo. A su lado, el pellizco en el estómago era más soportable;
- a Flores, María José, Isabel, Paz y Pepa, porque aunque haya visitado demasiado poco su despacho (ahora que es tarde es cuando me doy cuenta, y lo lamento) siempre que he podido las he estado observando en su quehacer profesional para aprender de su ejemplo;
- a Nico, por su cercanía, su empatía y su paciencia para explicarme procedimientos y enmendar mis errores;
- a Manolo, por la confianza y la autonomía que me ha dado desde el primer día;
- a María del Mar, María Dolores, Isabel y Ángeles, por la gran disponibilidad demostrada todas las veces que las he necesitado, además de por su simpatía y alegría y las sonrisas que me han regalado todos los días al comienzo y al final de mi jornada laboral.
Ha terminado mi paseo imaginario: ya estoy fuera del CEP, en medio de la calle José Iturbi.
Quisiera escribir un comentario inteligente, gracioso, corto pero con sustancia, amable, cariñoso. Sin embargo, no se me ocurren palabras que superen la imagen de verte andar, sonriente, por la Calle Iturbi, feliz tras esta etapa que (quizás) cierras ahora y dejando tras de ti, como siempre, muchos amigos y un buen trabajo.
Amigo, vayas donde vayas, te acompañaré en el camino.
Un abrazo
Fernando Trujillo
Post scriptum: Un sistema que deja escapar a gente como tú no es un sistema inteligente.
Querido amigo,
gracias por tus palabras, que son todo lo que querías escribir y mucho más. Y gracias también por haberme regalado uno de los momentos más bellos y emocionantes de mi paso por el CEP, Fernando, algo que no he contado en esta entrada para no repetirme, limitándome a poner el enlace a ese día.
Gracias por todo y un fortísimo abrazo
Massimo,
Gracias por compartir públicamente este agradecimiento a tus compañeros de trabajo. Después de la lectura de este artículo he quedado edificado y mucho más esperanzado en que un día no lejano lograremos llegar a la fraternidad universal, seguramente festejaremos ese día cantando y bailando al son de una música adecuada. Saludos desde Córdoba, Argentina
Muchas gracias por tu comentario, Mario Antonio. Ojalá tengas razón y llegue pronto ese día, que mucha falta hace.
Un cordial saludo
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¿Cuantas veces he pasado en los últimos años la calle José Iturbi? a pie, en bici, en moto, en coche. ..hasta un día se llevo la grua el coche. Creo que hicimos uno de los primeros croquis de localización del CEP en esa calle con mi amigo Angel.
Pues bien, nunca se me ocurrió buscar quien fue José Iturbi. Gracias por este articulo tan bien documentado de este hombre. Cada vez que nombre la calle sabré de quien se trata.
Gracias también por esas palabras de cariño a este equipo de trabajo, con quienes tantos momentos hemos compartido. Os echaré mucho de menos.
Un abrazo para todos.
José A. Urbano
El profesorado de FP va a perder un referente muy importante para su formación permanente, pero tus alumnos/as van a ganar un excelente profesor.
Un abrazo, compañero.
Es curioso que hayas relacionado tu post de despedida con el músico que da nombre a la calle donde hemos trabajado codo con codo estos últimos meses. Y es curioso también que en todos estos meses no hayamos sacado el tema en ninguna ocasión. De haberlo hecho, te habría contado seguramente que el nombre de José Iturbi y su foto al piano interpretando la Fantasía Impromptu de Chopin en la portada ajada y amarillenta de un single de 45rpm forman parte también de mi iconografía infantil familiar, junto a esa radio Telefunken que tu ya conoces.
Y es que últimamente me persiguen las curiosidades, las relaciones inesperadas, las conexiones caprichosas. Y cada vez tengo más claro que estar abierto a lo imprevisto y dejar de planificar tu vida es la mejor forma de disfrutarla de verdad. Aprovechar cada minuto de esas sorpresas que te trae el día a día, como haber compartido lugar y proyecto de trabajo contigo durante unos pocos meses, tan cortos pero tan intensos y gratificantes. Eso es un privilegio que podré saborear aún durante mucho mas tiempo, aunque ya no nos veamos en José Iturbi.
Un abrazo, amigo.
Estoy plenamente de acuerdo contigo, es más, estoy cada vez más convencido de que la clave para disfrutar de esta vida está en saber aprovechar las coincidencias, las oportunidades que se nos presentan de estar en el sitio justo en el momento justo y sobre todo con las personas justas; de coger al vuelo las coincidencias fortuitas y de crear las condiciones para construir coincidencias que no son del todo casuales, como la que me ha llevado al CEP, a poder disfrutar diariamente del valor humano y de la experiencia profesional de un gran amigo como tú, poco después de cumplirse los 20 años desde que nuestras vidas se cruzaran por primera vez.
Muchas más veces coincidiremos, da igual si en c/ Iturbi, en un concierto o en lo alto de un globo aerostático, donde quiera que sea, lo disfrutaremos a tope.
¡Mucha suerte en tu nueva etapa!
Cuando la sensibilidad, la generosidad y el agradecimiento rezuman por los poros del alma, se escriben estas cosas tan bonitas y sentidas. Me he emocionado mucho, Massimo. Es un placer leerte.
Muchas gracias, Mayti. Han sido pocos meses pero muy intensos y las emociones vividas han sido tantas que no podía aguantarlas todas dentro.
Es un honor que me leas, además con tan buenos ojos 🙂
¿Qué puedo añadir yo a tu post y a los comentarios de gente tan cariñosa y sensible?
Nada.
El vacío.
Ese mismo vacío que quedará en mi coche cuando vaya solo cada mañana hacia el trabajo.
Ese vacío entre los dm de mi tuiter cada tarde noche, una vez revisada la agenda, esa ausencia de la tantas veces reproducida miniconversación: «Entonces ¿Te recojo yo o vienes tú? ¿Las ocho y media? Vale por mi va bien. No, mañana tengo que visitar al IES tal y no puedo. No importa, yo me arreglo para visitar al CEIP cual que está cerca y vamos juntos…OK…»
El vacío de nuestras conversaciones, ¿Qué va a ser de la prima de riesgo sin nuestros certeros análisis matutinos? ¿Y de las FFCC y los GGTT? ¿Y de la Revolución contra el contubernio neoliberalhipercapitalista que tenemos ya medio organizada?
El vacío de no seguir aprendiendo tantas cosas de música, de arte, de pedagogia, de filosofia, de cine,…
El vacío de no programar juntos alguna que otra locura globerobloguera… O festivogastronómica.
Pues sí todo eso quedaríiiiiiiiiaaaaa … si de verdad, como dice Fernando, este sistema te deja ir.
Asi que yo concentro mis enrgías en visualizar otra cosa. Porque visualizar lo que deseamos con todas nuestras fuerzas es el comienzo para que se logre.
Y me veo otra vez a primeros de setiembre, o de octubre como mucho, discutiendo contigo si vamos en tu coche o en el mío. Y si es mejor aparcar en la zona de batería que entras de frente y sin maniobras, o al costado, que aunque hay que hacer maniobras queda a la sombrita y a la hora de volver se agradece.
En fin. No te quepa duda que pase lo que pase seguiremos disfrutando de compartir la cotidianidad de las cosas sencillas que nos ofrece la vida oculta entre un marasmo de preocupaciones y sinsabores.
Gracias Massimo por ser tan buen compañero estos meses pasados y por seguir siéndolo durante los que vengan.
Es cierto que muchas de esas cosas las perderíamos, pero otras desde luego que no. Sin ir más lejos, tenemos pendiente: una grabación (con degustación incluida) de un risotto ai funghi porcini para Entre teclas y fogones, un arroz con bogavante en el sitio que me dijiste el otro día, un coscús en el que te dije yo, eso por el lado festivogastronómico. Y luego el paseo en submarino, la travesía del estrecho en helicóptero, la gira bloguera en caravana…
Esto sólo acaba de empezar 😉