Happy birthday, Paul McCartney
Esta entrada está dedicada a dos amigos, dos docentes que son un gran ejemplo para mi y que también cumplen años hoy: Fernando Trujillo y Felipe Zayas.
Generalmente los instrumentos están pensados y construidos para los diestros. En el caso de los instrumentos de teclado, como el piano (y también de ciertos instrumentos de percusión de altura determinada, como el xilófono o el vibráfono) para el principiante zurdo es un poco más complicado destacar la melodía, que en las obras elementales suele estar encomendada a la mano derecha, sobre el acompañamiento, pero con el tiempo (y el estudio de Bach) esto se supera pues uno de los objetivo técnicos más importante de todo pianista es conseguir la máxima igualdad entre los 10 dedos de las manos. Al fin y al cabo, tanto la postura corporal como los movimientos a realizar con las dos mitades de su cuerpo son idénticos. Eso sí, en el caso del piano, el pedal de resonancia, el que se usa constantemente, obviamente está a la derecha.
Cuando pasamos a los instrumentos de viento, ya notamos cierta asimetría, siempre pensada para encargar a la mano derecha eventuales tareas más complejas, aunque los zurdos suelen adaptarse a ella con más facilidad, pues, si exceptuamos instrumentos como el trombón, el cometido de los dedos de ambas manos es tapar o destapar agujeros o llaves.
Sin embargo la cosa se complica notablemente cuando llegamos a los instrumentos de cuerda pulsada o frotada, pues en éstos las dos manos realizan tareas totalmente diferentes. La construcción de los instrumentos de la familia del violín no permite la simple inversión de las cuerdas -es decir la solución que adoptó Jimi Hendrix dándole la vuelta a la guitarra para poder usarla más cómodamente- no sólo porque en su interior tenemos dos partes llamadas alma y barra armónica que tienen que estar respectivamente debajo de las cuerdas agudas y graves, sino porque la tapa y el fondo, es decir las dos tablas principales de la caja de resonancia, no son planas como en la guitarra, sino abombadas, teniendo diferentes espesores en cada punto. Aún así, sí sería posible construir violines, violas, violonchelos o contrabajos para zurdos, o incluso adaptar uno existente, pero entonces surgiría otro problema. En la orquesta, e incluso en los grupos de cámara más numerosos, hay que tener en cuenta el espacio que se necesita para mover libremente el arco sin chocar con el de al lado. Un instrumento montado del revés crearía graves problemas de disposición (y posiblemente también de convivencia pacífica). Por todas estas razones, los instrumentos de cuerda frotada se suelen tocar de la misma manera tanto si se es zurdo como diestro.
En la guitarra es bastante más fácil hacer la inversión de cuerdas a la que nos referíamos antes. Uno de los pocos problemas que puede surgir con ciertas guitarras (la mayoría, en el caso de las eléctricas) es la posición del cutaway, una muesca realizada en el lado inferior de la caja de resonancia que sirve para facilitar el manejo de los trastes agudos por parte de la mano izquierda. Eso no fue un problema para Jimi Hendrix, que se acostumbró tanto a su Stratocaster que nunca llegó a encargar una especial para zurdos.
Paul McCartney, también zurdo, solucionó el problema con un bajo eléctrico con forma simétrica, el Höfner 500/1, también llamado violin bass por su peculiar forma.
El músico que fue, junto con John Lennon el alma de los Beatles, cumple hoy 70 años. Para él va un afectuoso recuerdo y el deseo de que cumpla muchos más siguiendo musicalmente tan activo como ahora.
Entre las obras que compuso para el cuarteto de Liverpool, la mayoría en dúo con Lennon, está Eleanor Rigby, canción que se diferencia bastante de la mayoría de las anteriores, no sólo por su texto profundamente triste, que retrata trágicamente la temática de la soledad, sino también por sus características musicales, desde la armonía, en modo dórico, a la instrumentación original, un octeto de cuerda.
El dúo Lennon/McCartney posee el récord de la canción más versionada de la historia del pop con Yesterday, nada menos que 1.600 covers diferentes. Eleanor Rigby no llega a tanto pero se le acerca bastante. Numerosos músicos de géneros diferentes -jazz, rock, soul, bossa nova y un largo etcétera- quisieron dejar su propia visión de esta preciosa melodía. Haciendo clic en sus nombres, podrás escuchar a algunos de ellos: Sarah Vaughan, Joan Baez, Caetano Veloso, Ray Charles, Chick Corea y Gary Burton, Aretha Franklin o el grupo The King’s Singers, este último en una curiosa versión a cappella.
Eleanor Rigby también ha captado la atención de algunos grandes intérpretes clásicos: en el siguiente vídeo Joshua Bell hace alarde de su gran virtuosismo violinístico y su profunda expresividad.
Finalmente, la versión para flauta dulce, para que mis alumnos y alumnas conozcan un poco más y sobre todo disfruten de uno de los hitos de la historia de la música pop. El la de los compases 21 y 25 es una blue note, que debería ser ejecutada «desafinada», ligeramente por debajo de su afinación normal, algo no muy fácil de conseguir con las flautas de plástico y que se podría intentar tapando también los agujeros de los dedos medio, anular y meñique derechos.
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Me ha encantado este post Massimo, aunque ya lo sabrás porque conoces mi inquebrantable beatlemanía. Solo añadir que Paul fue considerado durante décadas uno de los mejores bajistas de la escena pop mundial y creó escuela con su estilo melódico e imaginativo, superando la rigidez monótona que hasta entonces tenía el bajo en la música pop y el rock. El hecho de que fuera básicamente un estupendo guitarrista que tuvo que encargarse del bajo cuando Pete Best dejó los Beatles al principio, seguramente influyó en esto y en muchos temas de Beatles es fácil apreciar que el peso melódico del bajo es incluso mayor que la guitarra solista de George Harrison (para gran desesperación de éste, que siempre lo llevó bastante mal ;-)
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